Acabo de leer un artículo inspirador sobre la indagaciójn apreciativa*. Me ha gustado cómo se encaran las limitaciones que tenemos para mejorar y desarrollarnos a partir de nuestras fortalezas. La tendencia natural es más bien al contrario; para mejorar, primero identificamos nuestras debilidades y luego trabajamos sobre ellas, a pesar de los pobres resultados que solemos lograr.
Esta actitud es la gran barrera para percibir la potencia y el valor de los sistemas de reconocimiento basados en aplaudir el talento destacado. Nos cuesta creer que lo más efectivo es centrarse en lo positivo y construir a partir de aquí. Es difícil salir del esquema de
"resolver problemas" al planteamos un cambio. De este modo, mejorar pasa por identificar los
problemas y trabajar sobre ellos.
Cultura y educación tienen tanto peso en nuestra forma de pensar que estamos convencidos de que para mejorar tenemos que descubrir los errores y después corregirlos. Pensar lo contrario parece cuando menos, ineficaz. Sin embargo, existen investigaciones y experiencias prácticas que confirman el poder que tienen el pensamiento y el lenguaje positivos en la transformación y estimulación del potencial máximo que existe en llas personas y en las organizaciones.
Las culturas medirerráneas y latinoamericanas compartimos un enfoque de mejora basado en identificar lo que no funciona y sus causas para trabajar sobre ello. Parece que las culturas sajonas son algo más proclives a utilizar las mejores prácticas y las fortalezas para impulsar los cambios en el sentido deseado. Comparto la explicación de Federico Varona* acerca de cómo el modelo educativo y social, influido por la religión católica durante generaciones, ha condicionado la forma de entender el camino para "ser mejor". Conceptos como pecado, culpa y penitencia nos predisponen a "poner foco en lo negativo para llegar a lo positivo", lo que ha ido configurando nuestra visión de la realidad. Creemos incluso que un enfoque
positivo ante la vida es una actitud ingenua e ilusoria, propia
de gente débil.
Aun hoy día, cuesta aceptar como válido y eficaz un enfoque de gestión del cambio, de desarrollo y mejora (a nivel individual, grupal u organizacional) basado en identificar y potenciar las fortalezas o las experiencias de éxito. Preferimos trabajar "desde lo negativo", cuando poner el foco en los errores o debilidades hará más probable su ocurrencia (efecto pigmalión o Rosenthal). Está demostrado el impacto del lenguaje positivo -o negativo- en el comportamiento y en la configuración de la realidad misma.
Desde aquí me encantaría animar a los responsables de personas y equipos en las organizaciones a probar este enfoque "positivo" para potenciar el desarrollo y la contribución de sus colaboradores y, por ende, incrementar de forma sostenida los resultados de la organización. Los resultados suelen ser sorprendentemente favorables. ¿Por qué no probar con bravo! y "hacer una cata", a ver qué pasa? Es un sistema de reconocimiento social que aplaude los comportamientos de valor en tu organización. Es fácil de usar y con efectos potentes en la motivación y el compromiso del empleado. Estamos a tu disposición, sin compromiso.
Antonio Delgado
ad@videobravo.net
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* Varona, F (2003), "Todavía es posible soñar". Teoría apreciativa y comunicación corporativa. San José State University,
California, USA.
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