Que el reconocimiento social funciona,
es evidente.
Nos hemos venido haciendo eco de las decenas de estudios y mejores prácticas que en estos últimos años demuestran cómo influye de forma decisiva en mejorar los resultados de una organización: objetivos, ventas, rentabilidad, eficiencia, calidad de servicio,...
Nos hemos venido haciendo eco de las decenas de estudios y mejores prácticas que en estos últimos años demuestran cómo influye de forma decisiva en mejorar los resultados de una organización: objetivos, ventas, rentabilidad, eficiencia, calidad de servicio,...
También tiene un impacto relevante en la autoestima, la motivación
y el compromiso del empleado, lo que
explica en buena medida la mejora de su involucración y desempeño profesional. Ayuda a alinear
los comportamientos de los empleados con
los valores y capacidades clave marcadas por la estrategia, lo que a su vez
consolida la cultura de empresa como
una “realidad vivida”, reforzando el sentimiento
de pertenencia de los equipos a la organización.
Desde un punto de vista de la gestión del talento, el reconocimiento
social permite mapear en tiempo real dónde y cuándo se dan comportamientos de
valor para la empresa, lo que genera informaciones relevantes del talento
aplicado en el día a día (perfiles por empleado, mapas de talento por área,
gaps talento requerido versus aplicado,…).
El reconocimiento social tiene un
valor estratégico para la empresa, aún más si atendemos al relativo poco coste que implica frente a las ganancias obtenidas. Sin embargo, no todos los
sistemas implantados funcionan. ¿Cuáles son los aspectos subyacentes que hacen de
estos sistemas un éxito?, ¿comprendemos el porqué del proceso, de cómo funciona
un “buen reconocimiento”? Para ello es muy conveniente conocer sus bases
científicas, que comentaré sucintamente.
1.
Reconocimiento Social y Aprendizaje Instrumental
Las leyes del aprendizaje operante o instrumental
(Skinner, Thorndike, ente otros) fueron, según muchos, las primeras
aportaciones que elevaron la psicología a la categoría de disciplina científica,
con postulados teóricos empíricamente observables y contrastables.
Podemos criticarlo o sentirnos incómodos por su “simplicidad” o parsimonia
explicativa; lo que sí que es cierto es que funcionan, e incluso hoy día pocos
cuestionan su validez.
¿Qué nos aportan estas teorías a la
práctica del reconocimiento social? Varios hallazgos sencillos y
contundentes. El primero es que los aprendizajes más potentes y productivos se
logran con el refuerzo positivo, esto es, dar algo gratificante al sujeto de
forma contingente a la conducta a reforzar. Es mucho más eficaz que el castigo (aplicar un estímulo aversivo
para eliminar una conducta), ya que no genera efectos secundarios como la aversión
al castigador y al contexto, además de a la conducta castigada, y da muchas más
pistas sobre lo que se espera del sujeto. También genera emociones positivas (satisfacción,
logro) frente a otras negativas (frustración, ansiedad, inhibición) –explicaciones desde la psicología cognitiva.
Otras contribuciones de la teoría
son la importancia de la contingencia de refuerzo (su demora respecto de la
conducta le hace perder el efecto reforzante) y la relevancia de los programas
de refuerzo intermitente (en el tiempo) para mantener y potenciar los
comportamientos deseados. Todas estas cuestiones seguro que se habrán tenido en
cuenta en los programas de “social recognition” que funcionan.
2.
Reconocimiento Social y Aprendizaje Social
Este enfoque, promovido por Albert
Bandura, estudia en qué medida aprendemos no sólo por la experiencia directa
sino también al observar el comportamiento de otros y lo que les ocurre (aprendizaje
vicario). Bandura y otros autores (Ellis, Mischel, Rotter, Walters,…) han
demostrado que una gran parte del aprendizaje humano es de naturaleza social.
Observando el comportamiento de otros y las consecuencias, los sujetos aprendemos
conocimientos, reglas, hábitos, capacidades y estrategias, entre otros. Los
sistemas de reconocimiento social, en la medida en que cuentan con “exposición
social”, al compartir los comportamientos o logros reconocidos, están
potenciando el aprendizaje sobre que “lo que aquí cuenta”, resultando ser un
poderoso agente de cambio en el sentido marcado por la estrategia y cultura de
la empresa.
3.
Reconocimiento Social y Psicología Social
Se enmarcan es este epígrafe las
teorías del rotulado o etiquetado, del constructivismo y del interaccionismo
simbólico. En esencia, vienen a coincidir en que la realidad social y la
identidad de rol de las personas se forman por interacciones concretas entre los
individuos. Por medio del lenguaje, las tipificamos y las damos significado, a
partir de situaciones concretas. Lo que los demás dicen sobre algo (un aspecto
de la realidad o yo mismo) se configura como mi realidad, especialmente si esos
“otros” son una fuente válida para mí (confianza, credibilidad, prestigio). Así,
la realidad social se explica a través de las interacciones de los individuos y
grupos sociales.
Sabiendo esto, nuestro sistema de
reconocimiento social, bien enfocado, supone un marco excelente para construir
y reforzar la “realidad social” de nuestra organización, alineando
comportamientos con los valores corporativos. También la identidad de rol, en
positivo, se verá reforzada en la mayoría de los empleados, ya que lo habitual
es que los comportamientos reconocidos coincidan con el talento diferencial de
cada uno, viendo reforzado así su rol de contribución en esas capacidades
destacadas.
4.
Reconocimiento Social y Psicología Positiva
Quizá una de las mayores aportaciones
de Martin Seligman con su enfoque de la psicología positiva es hacernos pensar
y descubrir cómo las ganancias se multiplican (en términos de aprendizaje y mejora)
cuando nos centramos sobre nuestros puntos fuertes o cualidades (talento) más
que en intentar mejorar nuestras debilidades. Partiendo de la base de que “casi nadie
vale para todo y casi nadie vale para nada”, nos invita a descubrir nuestro “marco
de fortalezas” y crecer desde ahí. Precisamente esta filosofía es la que
caracteriza a un sistema de reconocimiento social: identifica y promueve (en
este caso socialmente) los comportamientos de valor más destacados en cada
empleado, esto es, su talento diferencial. Crecer desde ahí hará a la organización mucho más fuerte y competitiva.
5. Reconocimiento Social y Fluir (flow)
La teoría del “flow” propuesta por Mihály
Csíkszentmihályi (junto a Seligman, padre de la psicología positiva) ha supuesto
una grandísima aportación para comprender la esencia de la motivación
intrínseca de las personas cuando abordamos una actividad. Sus investigaciones
han descubierto las características de ese fluir que explican porqué una persona
se engancha en la realización de una tarea por el mero acto de ejecutarla y no
tanto por las consecuencias que logra. Algunas pistas que nos aporta son: reglas
claras de lo que es correcto e incorrecto, feedback inmediato y nivel de
dificultad de la tarea empatado al nivel de destreza del individuo (normalmente
ambos crecientes en el tiempo). El flow por ejemplo explica perfectamente el
proceso de enganche a los videojuegos y, de hecho, existe una prometedora corriente
emergente denominada “gamificación” que incorpora estos elementos para generar
esas “adicciones” en determinados procesos: en el mundo laboral (empleado-tarea),
en marketing y ventas (procesos de compra),… El flow también tiene mucho que
ver con la felicidad percibida, como manifiestan determinados estudios del
autor.
Una buena práctica de reconocimiento
social contemplará estas variables (suponer un feedback sobre comportamientos, reglas
claras sobre lo esperado, focalizar sobre talento aplicado en tareas-reto,
rankings,…) para ganar en impacto.
Existen otras contribuciones desde el ámbito científico al reconocimiento social, como la psicología cognitiva (teoría de la expectativa), la psicobiología (neuromanagement), etc. No obstante, los cinco pilares planteados son a mi juicio los que más peso tienen para hacer que una implantación de “social recognition” funcione. En bravo! así las consideramos a la hora de abordar un proyecto de esta naturaleza.
Antonio Delgado
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