miércoles, 7 de mayo de 2014

Cómo recuperar la autoestima y la ilusión para ser competitivos

La cuestión es saber qué nos hemos dejado durante estos años por el camino. Como suele ocurrir con la generalizaciones, no son del todo aplicables, encontrado siempre excepciones. 

Dicho esto, lo que sí que parece una tendencia compartida es cierta sensación de indefensión aprendida. Esto es, que en ciertas circunstancias sostenidas en el tiempo -por no ir más lejos, la crisis-, las consecuencias que vivo son relativamente independientes de lo que hago. Da igual mi esfuerzo, incluso mi rendimiento; por mucho que reme, poco cambian las circunstancias, si el casco tiene un roto y estoy en alta mar. Puedo gritar, intentar reparar la brecha, poner una vela,... pero si al final nada de lo que hago vale para superar el problema, finalmente caeré en el más puro inmovilismo, ya que haga lo que haga, la cosa sigue igual de mal.

Como ya Martin Seligman contrastó hace más de 20 años (hoy es referente en el campo de la psicología de la felicidad), la indefensión (o desesperanza) aprendida ocurre cuando el sujeto "aprende" que las consecuencias desfavorables que sufre son inevitables e impredecibles, esto es, que no dependen de su comportamiento, por lo que no puede escapar, ni operar sobre las causas que le afectan.

Cuando estas circunstancias de indefensión se hacen estables en el  tiempo, el sujeto que las padece suele desarrollar distintos cuadros "desadaptativos" como tristeza, depresión y otros vinculados al contexto negativo, como estrés y ansiedad crónicos.

Sólo la percepción de que "yo opero e impacto en el mundo" puede sacarnos de ese profundo e inadaptativo sopor. El problema es que cuando uno lleva un tiempo (bastan unos pocos años) con indefensión y cuenta con poca historia previa de "capacidad de influencia en su entorno", la situación puede hacerse irrecuperable, al menos de forma espontánea. El sujeto evitará enfrentarse a las circunstancias o lo hará sin convicción, reconfirmando su inoperancia y creciendo en su pasividad. De hecho, este es uno de los grandes riesgos cuando ponemos foco en cómo la crisis está afectando a los jóvenes que inician su andadura profesional en estos años.

Dicho todo esto y desde un contexto empresarial, la pregunta es ¿qué puedo hacer para que los empleados recuperen su ilusión, su autoestima y su compromiso con el proyecto? Muchos han vivido de cerca o en sus propias carnes, en muy diversos formatos, eso de "trabajar más por menos". No es excepcional escuchar afirmaciones como "hay muy buenos profesionales en el paro, y no es por ellos, sino por circunstancias ajenas". Todo esto ha favorecido cierto clima de indefensión en muchos entornos profesionales, que de hecho supone un torpedo a la linea de flotación de nuestra competitividad.

Si la atribución más extendida es "independientemente de lo que haga, me ocurrirá lo que ahora toca" y hemos perdido esa percepción de "puedo impactar en las circunstancias que me rodean", mal vamos. Debemos hacer algo ya para recuperar esa energía que logre transformar este estado de desconexión en otro de implicación.

La pregunta es ¿cómo recuperar esa sensación de que yo valgo y lo que hago importa?  En este punto es donde la práctica del reconocimiento social puede ser tu gran aliado. Comenzando con el papel dinamizador y ejemplificador de los jefes, permitiendo que los comportamientos de valor sean socialmente apreciados y aplaudidos entre compañeros, creando espacios para la celebración de esas contribuciones especiales y reconociendo formalmente como compañía esas conductas ejemplares. 

Cuando cada empleado tiene la oportunidad de recibir el aprecio y la valoración de sus compañeros por "las cosas que ha hecho que importan", el círculo de la indefensión se rompe. Uno recupera la sensación de que impacta en el mundo; no hay mayor motivación para impulsar a cotas insospechadas el compromiso y recuperar un rendimiento de campeón, llevando así a cada empleado a su nivel de excelencia.

Si éste es un tema en que te interesa profundizar, estaremos encantados de acompañarte en tu reflexión. Es apasionante, altamente rentable.... y más sencillo de lo que te imaginas!
Ya sabes dónde nos tienes.

Antonio Delgado

ad@videobravo.net

7 comentarios :

  1. Excelente tema. Me ha llevado a la reflexión y a implementar la práctica del reconocimiento social. Bendiciones.
    Milton G.

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    1. Me alegro por ello Milton.
      Gracias por tu comentario y por compartir tu intención.
      Un saludo cordial,

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  2. De mucha ayuda para que los líderes motiven a su grupo. En mi experiencia laboral (de 10 años) en los puestos operativos pude observar que algunas compañías consideran que tienen control sobre la conducta de sus empleados al mantenerlos motivados para trabajar, más no para opinar y crecer; incentivando con bonos y convivencias, y recalcando que hay mucho desempleo afuera y que al menos agradezcan que tiene un salario. Sí, tristemente, me he topado con este tipo de estimulación... Sin embargo, un ser pleno (con autoestima e ilusión) es creativo y está motivado para revolucionar su área de trabajo (e incluso todas las áreas de su vida); sí realmente se da cuenta de que todo lo que hace impacta en el mundo que lo rodea. Algo que deben saber las compañías es que sus productos y servicios no sólo son una mina de oro para ellos, sino que están influyendo en una sociedad, e insisto que no nos sirve tanta tecnología ni el dinero, sino tenemos personas con calidad humana. Por eso soy una felizmente psicóloga! :) Gracias por su blog.

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    1. Gracias Bayreb por tu reflexión.
      Una reivindicación que marida perfectamente con el hilo del post.

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  3. Me gusta el enfoque, sin embargo, 1) a lo mejor ya no queremos ser competitivos en una empresa ni un mercado laboral que premia a los sinvergüenzas y chorizos, mayoritariamente jefes en las empresas 2) a lo mejor queremos que el jefe no nos engañe con reconocimiento publico sino con comportamientos menos abusivos dentro y fuera de la empresa .... Sin embargo, alabo esto porque se necesitan muchos oasis como tu forma de pensar para que se conviertan en rios, mares y playas .... donde tomarnos unos mojitos algun dia! A tu salud! Un abrazo!

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    2. Cuánto tiempo, Andrés!!! Qué bueno leerte.
      Gracias por compartir tu puntos de vista poniendo algunos puntos sobre determinadas ies.
      Lo de los mojitos, cuando quieras, que ya va tocando, no?
      Un abrazo fuerte,
      Antonio

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