Si nos esforzamos lo suficiente, alcanzaremos nuestros objetivos,
y esto nos hará más felices. Esta creencia, muy asumida entre nosotros (el
éxito da la felicidad), en muchos casos no llega a producirse. Una vez alcanzado
el objetivo, elevamos nuestro nivel de exigencia o surgen otros retos,
inquietudes,… cuyo logro condiciona nuevamente el alcanzar la felicidad, y así
sucesivamente. Esta quimera se asemeja al
cuento del arco iris y el cofre de oro. El cofre se encuentra allá donde vemos
nacer el arco iris pero, una vez que llegamos a ese punto, el arco ya no está
allí, cambia de posición una y otra vez, de tal suerte que nunca alcanzamos el
cofre prometido.
Según las investigaciones más recientes sobre psicología
positiva, parece que la relación entre éxito y felicidad es contra intuitiva: es
la felicidad la que nos ayuda a lograr el éxito, y no al revés. Shawn Achor,
profesor de psicología positiva en Harvard, lleva más de 12 años estudiando
estas relaciones. Ha demostrado que un estado más positivo y de mayor felicidad
hace que estemos en muchas mejores condiciones de obtener éxito en nuestros
retos. Existen investigaciones de psicología y neurociencia que evidencian cómo la felicidad y “ser positivo” incrementan
nuestras capacidades y recursos (razonamiento, energía, creatividad, motivación,
habilidades sociales, etc.). Por el contrario, un estado personal menos
positivo (por ejemplo, más crítico o estresado) hará que percibamos con mayor
intensidad los “peros” en cada circunstancia, dejando en un segundo plano los
aspectos más favorables, pudiendo reinterpretar o incluso ignorar nuestros éxitos.
Considerando los resultados de estos estudios, para ser felices deberíamos:
- Por un lado, desarrollar nuestra “capacidad de ser felices” mediante un cambio actitudinal “de fondo” ante
la vida, desarrollando un enfoque más positivo, inclusivo y optimista. Frases
como “ver la botella medo llena…”, "sentir el cambio como oportunidad más que como
problema”, …son muestra de este tipo de actitud.
- Por otro lado,
incrementar el grado de felicidad,
esto está relacionado con ejercitar ciertos comportamientos e involucrarnos en
determinadas actividades que de forma natural nos ayudarán a sentirnos felices.
Un ejemplo claro es el conjunto de comportamientos
sociales altruistas, de colaboración y ayuda, que han demostrado ser fuente
de felicidad. Por ejemplo, reconocer lo valioso de los demás, agradecer sus
contribuciones o ayudar a otros, parece
estar muy relacionado con niveles elevados de felicidad, además
de generar actitudes análogas en las personas que los reciben, por lo
que son doblemente reconfortantes.
Si somos capaces de ver lo bueno de las personas y se lo
reconocemos de forma sincera, es probable que mejoren tanto nuestra red social como la percepción del entorno, incrementando nuestra felicidad. Nuestra esfera
de relaciones se verá reforzada, y ésta es una fuente
de felicidad muy relevante.
Las organizaciones en donde se propician estos comportamientos están incrementando el talante positivo, lo que favorece una mayor consecución de logros y éxitos entre sus integrantes, además de mejorar con mucho las relaciones y el ambiente organizativo. En bravo! consideramos que este es un camino en el que queda bastante por recorrer en nuestras empresas. Afortunadamente, no es un sendero por el que avanzar a ciegas; las investigaciones y mejores prácticas arrojan suficiente luz como para saber hacia dónde dirigirnos.
Las organizaciones en donde se propician estos comportamientos están incrementando el talante positivo, lo que favorece una mayor consecución de logros y éxitos entre sus integrantes, además de mejorar con mucho las relaciones y el ambiente organizativo. En bravo! consideramos que este es un camino en el que queda bastante por recorrer en nuestras empresas. Afortunadamente, no es un sendero por el que avanzar a ciegas; las investigaciones y mejores prácticas arrojan suficiente luz como para saber hacia dónde dirigirnos.
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Una reflexión que cercioro, en definitiva se trata de estar tranquilo contigo mismo, establecer relaciones constructivas positivas y saberlas valorar; creo que las personas en general estamos poco acostumbradas al apoyo y reconocimiento sincero.
ResponderEliminarMuy cierto, Nube... para la myoría aun nos supone un reto por explorar.
ResponderEliminarGracias por tu aportación.
inconscientemente mi mente viaja a un taller que recibí en el Arte de Vivir, en el que nos explicaron que posponemos la felicidad. Cuando me gradúe seré feliz, cuando acabe la carrera, cuando me contraten, cuando me case, cuando tenga el primer hijo, cuando compre la casa, ... muchas disculpas para posponer una y otra vez la felicidad, en vez de aplicarnos a ser feliz ahora.
ResponderEliminardefinitivamente creo que si conseguimos ser felices ahora, y congruentes en nuestra vida (pensar, sentir y hacer lo mismo), el éxito está a al vuelta de la esquina, y cuando la torzamos, llevaremos a la felicidad, o el contento, o el agradecimiento, tanto da, de la mano.
Un abrazo, Mikel
Muchas gracias, Mikel. Me ha encantado tu reflexión!
EliminarSiempre que leo un artículo relacionado con este tema pienso lo mismo: estos argumentos están empíricamente demostrados por lo que no es posible dudar de su veracidad. Sin embargo, no llegamos a ponerlo en práctica. Nos quedamos en la teoría. ¿Por qué no se llegan a desarrollar técnicas concretas que ayuden a un manager a que su equipo sea más feliz? Y lo mismo para alcanzar ese objetivo entre compañeros o incluso a uno mismo?
ResponderEliminarTienes razón, existen desarrollos teóricos, experiencias e investigaciones que demuestran cómo todo esto funciona.
EliminarDe hecho, la siguiente entrada que publicaré en el blog va precidamente de esto, técnicas concretas para aplicar en el día a día... y con resultados tangibles en 3 semanas!
Espero que os resulte de interés.
Gracias, anónimo, por tu reflexión.